Se movió entre un vigoroso clasicismo (casi romano antiguo) y más tarde el modernismo.
Ambos, personajes diametralmente opuestos, el padre silencioso y tenaz, la madre apasionada e imaginativa, influyeron profundamente en la formación del artista.
[1] Después de estudiar en Treviso (donde hizo gran amistad con el futuro escritor Giovanni Comisso, al que influyó grandemente)[2] y Venecia como orfebre y ceramista (trabajó especialmente con la Fundición Guerra Gregorj), que tenía contactos con la cultura europea (estudió durante varios años en Mónaco y estuvo en París en 1911), pero permaneció siempre ligado a formas de expresión tradicionales.
En los años veinte, adhiriéndose a los valores plásticos, más allá del naturalismo del siglo XIX y entró al redescubrimiento y reactivación de la humanidad solemne de la escultura antigua.
En el mismo año expone en la primera exposición del siglo XX y también presentará en la segunda edición de 1929.
En obras como El bebedor (1926), La Pisa (1930), Sed (1934) y sobre todo la natación submarina Mujer (1942) procedió hacia una mayor libertad expresiva, consciente de que las estatuas habían llegado a su fin y que la cultura si quiere vivir, debe morir en la abstracción.