Esta segunda carta, fue entregada en un sobre marrón con matasellos del 3 de junio, y no tenía remitente o nombre.
[2] La presencia de un posible asesino serial provocó que un pánico generalizado se expandiera por Japón, incluso los medios emitieron los primeros reportes con un nombre erróneo, llamando al responsable "Onibara", lo cual produjo el enojo del responsable.
Al descubrir este nuevo apodo, que se traduciría como "La rosa del demonio", el asesino estalló en cólera, y mandó una nueva carta a la estación donde emitieron el mensaje, esta vez con amenazas más directas.
Después del ataque del 16 de marzo, escribió en su diario: "Hoy yo llevaba a cabo experimentos sagrados para confirmar cómo los seres humanos son frágiles... llevé el martillo cuando la chica se volvió hacia mí, creo que la golpee unas pocas veces, pero yo estaba demasiado excitado para recordarlo".
La semana siguiente, el 23 de marzo, agregó: "Esta mañana mi madre me dijo: "Pobre chica la que atacaron, parece haber muerto".
Después de los asesinatos, el político japonés Shizuka Kamei hizo un llamado para restringir y censurar los contenidos objetables, declarando: "Las películas que carecen de cualquier valor literario o educativo que se hicieron solo para mostrar escenas crueles...
Los adultos deben ser culpados por esto", y que "el incidente da a los adultos la oportunidad de reconsiderar la política de restricciones autoimpuestas en estas películas y si deben permitir que estas existan solo porque son rentables".
[5] Los críticos de este hecho han denunciado los acontecimientos (desde que el gobierno tomó la inusual decisión de notificar al público sobre tal liberación) argumentando que este probablemente no era apto para la liberación, y debía ser trasladado a la prisión.