Los asiarcas reunían en su persona la magistratura y el sacerdocio.
Se elegían bajo los emperadores romanos cada año de entre las familias más poderosas para poder atender a los grandes gastos que llevaba consigo el asiarcato.
Existió también esta dignidad algún tiempo bajo los emperadores cristianos a pesar de estar abolidos los juegos sagrados y los templos comunes a toda Asia.
El de Siria se llamaba siriarca y así sucesivamente.
El contenido de este artículo incorpora material del Diccionario histórico enciclopédico (1828) de Vicenç Joaquin Bastús i Carrera, que se encuentra en el dominio público.