La asociación libre es el método descrito por Sigmund Freud como la «regla fundamental» o «regla de oro» del psicoanálisis, constitutiva de la técnica psicoanalítica y que consiste en que el analizado exprese, durante las sesiones del tratamiento, todas sus ocurrencias, ideas, imágenes, emociones, pensamientos, recuerdos o sentimientos, tal cual como se le presentan, sin ningún tipo de selección, ni estructuración del discurso, sin restricción ni filtro, aun cuando el material le parezca incoherente, impúdico, impertinente o desprovisto de interés.
[3] Con el objeto de que el analizando pueda asociar libremente de manera óptima, el encuadre o setting terapéutico debe garantizar que el paciente pueda estar tranquilo, relajado y, en lo posible, pobremente estimulado o influenciado por el entorno.
En el encuadre clásico, que, sin embargo, muchos psicoanalistas no consideran obligatorio, esta condición se cumple al estar el analizando recostado en un diván, sin contacto visual con el psicoanalista, de modo que no se sienta observado, juzgado o evaluado por este último y pueda así concentrarse completamente en sus asociaciones.
Por eso, en el psicoanálisis con niños, sobre todo con los más pequeños, es la libre puesta en escena, a través del juego, lo que desempeña el rol fundamental en cuanto a aportes de contenidos inconscientes para el análisis.
Para Freud poner al desnudo las resistencias y luego analizarlas es absolutamente esencial para la cura y ello, a su vez, solo se lograría a través de la asociación libre.
La asociación libre se fue instituyendo como método en el psicoanálisis de manera progresiva entre los años 1892 y 1898, sin que sea posible establecer con exactitud el momento preciso en que se la describe como técnica principal.