En la antigüedad clásica, una constelación se basaba en la formación de figuras con algún significado religioso o en relación con hechos míticos, agrupando un número concreto de estrellas visibles, que eran nombradas conforme a la posición que ocupan en la figura.
Dos constelaciones hoy en desuso tienen un origen clásico, concretamente del siglo II después de Cristo: La nave Argo y Antínoo.
Argo Navis (la nave Argo) fue una constelación muy extensa introducida por Tolomeo en su Almagesto con 1884 grados cuadrados (equivalente a la extensión del triple de Orión), destacando mayormente su extensión al incluir partes del cielo austral invisibles hasta el siglo XV.
Sus nombres fueron inspirados por: Entre las figuras clásicas existían partes del cielo donde las estrellas son poco brillantes o escasas, generalmente carecían de una asignación concreta a una u otra constelación, a estas constelaciones se les denomina menores.
Algunos astrónomos entre 1592 y 1844 introdujeron nuevas constelaciones a través de sus propias publicaciones, generalmente, atlas del cielo.