Nueve explosiones fueron detonadas en Karbala, acompañadas de morteros, granadas y cohetes, matando a más de 100 personas, mientras que tres explosiones cerca del santuario Kadhimiya en Bagdad mataron a 58 más.
Aunque el ataque involucró escuadrones armados, coches bomba y hasta una docena de atacantes suicidas, también hubo un vehículo cargado de explosivos que fue interceptado mientras intentaba ingresar a Basora, al igual que dos atacantes suicidas en Karbala y otros en Bagdad que habían ingresado por Siria.
Los escuadrones armados con cohetes y armas pequeñas estaban destinados a matar a los heridos por las explosiones y atrapar a los que intentaban huir de la carnicería.
El general de brigada Mark Kimmitt, el comandante estadounidense en Bagdad, inicialmente culpó a Abu Musab al-Zarqawi por los ataques,[1] pero posteriormente se reveló que el comandante de campo de Zarqawi en Irak, Abu Abdallah al Hassan Ben Mahmoud, dirigió los ataques.
El ayatolá Ali al-Sistani, un chiita muy influyente en Irak, culpó a Estados Unidos por permitir que ocurrieran los ataques, pero Kimmitt había acordado con los líderes chiitas desalojar los santuarios por respeto a las diferencias culturales.