Sin embargo, para lograr más claramente este último significado sería mejor decir "Atequizayan", nombre que lleva una localidad del municipio de Zapotlán el Grande.
La interpretación del término Atequiza expresada aquí encuentra un fundamento más en el término "Atepolihui", localidad de las proximidades de Cuetzalan del Progreso, Puebla, que significa "donde se pierde el agua" (porque entra a las cavernas).
Tenemos pues que la definición más literal y exacta es "Lugar donde se corta el agua".
Otra versión sugiere su origen en el idioma vasco, dado que su fundador era oriundo de Vitoria: la etimología es Ate (Puerta) e Iza (Estrella).
Tequisistlán estuvo ubicado, según hallazgos arqueológicos, en el ojo de agua, dos kilómetros al noreste del actual pueblo de Atequiza, que junto con Atotonilco (hoy Atotonilquillo) fueron habitados alrededor de los siglos XI y XII por las tribus nahuatlacas, en las cercanías del río Chicnahuac (hoy Santiago).
Luego, Alonso Dávalos fue dueño por mitad de Tequisistlán y Chapala.
Durante un repartimiento, fue dotado de 152 indígenas para las labores pesadas del campo.
Atequiza se volvió también, una hacienda triguera y desde entonces se distinguió como uno de los principales lugares de Jalisco que producía este cereal (hasta ya entrado el año 2000 que desapareció esta actividad).
En 1775, le fue otorgada a don Pedro la licencia para oficiar misa dentro de la hacienda, por orden del ilustrísimo Fray Antonio Alcalde y Barriga.
En 1784, compra la hacienda un importante aristócrata tapatío: don José Ignacio Basauri Cid y Escobar, casado con María Ana Villasón Álvarez Cantón, nieta del antiguo dueño.
Traía consigo un ejército de siete mil hombres que durmieron esa noche en la hacienda.
Compró de contado la enorme y rica hacienda de Atequiza en 1819, cosa poco común entre los ricos jaliscienses acostumbrados al crédito, además fue el primer empresario individual en todo el occidente mexicano.
Era casado con Ignacia Villaseñor, y en 1829 le compró a su suegro José María, la hacienda de Huejotitán en 50 mil pesos.
Don Pedro poseía un barco propio, llamado La Fragata Cazadora, que comercializaba en todo el Pacífico, fundó varias compañías agrícolas y mercantiles.
Pedro Juan y su hijo Manuel Jesús Olasagarre fueron dos personas que impulsaron la economía regional en el siglo XIX.
Manuel Jesús, quien había estudiado en Inglaterra, fundó la textil La Escoba, mediante un ambicioso proyecto que revolucionó la industria en Jalisco.
Entre la década de 1870 y 1900, se construyeron los edificios más estilizados que ahora tiene Atequiza (Teatro, La Florida, el campanario de la Iglesia y se mejoró la Casa Grande).
Atequiza se abrió al comercio (alcohol, harina, granos, frutos, cantera gris), en la hacienda también había una red ferroviaria para transportar todo tipo de mercancías.
[5] En 1908 hizo otras cuatro de la Florida y los famosos naranjales que tan jugosos frutos aclamaban en la región.
Muchos colonos nacionales y casi todos los alemanes se fueron del fraccionamiento pues el Banco cobraba según la cosecha, entregando el resto de las ganancias a los colonos, que la mayoría de las veces no se enteraban del monto por el que se vendían sus cargas de trigo.
El padre José de la Luz Anaya trabajó en Atequiza y Poncitlán desde 1825, este hombre fundó dos escuelas en Atequiza una de niños con 70 alumnos y otra para niñas con 50 alumnas.
Después le han seguido once presbíteros más, hasta 1956 donde se queda como primer vicario fijo el padre Alberto Contreras García, lo sucedieron: Antonio López Castellanos, José Gómez, Ramón García Sánchez, Vicente Rojas y Javier Rodríguez López (primer párroco, 1997), Esteban Cortés Ureña, Hermenegildo Cuéllar Ángel, y José Raúl Rocha Olmos (como vicario en 2010).
Atequiza tuvo visitas importantes como la del primer cardenal mexicano de la historia, José Garibi Rivera[6] y el arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo[7].
Durante toda su estancia en Atequiza se ha caracterizado como una escuela insumisa al gobierno, en sus primeros años por el ideal de un gobierno socialista y en los últimos, por plazas para ejercer el magisterio.
[8] En 1990, se fundó la Cruz Roja, Gustavo López Serrano encabezó el comité.
José Cuervo perforó un pozo artesiano en tiempos hacendarios, fue remodelado en 1951 y tapado en 1978; a partir de entonces se han perforado otros pozos para el abasto de agua.
En los cuatro años siguientes comenzó a operar productos de formica, suturas, minería y antibióticos.