Este tipo de impacto tiene la finalidad de destruir deliberadamente sondas espaciales (normalmente orbitadores o componentes de las mismas) contra sus objetivos de estudio, mediante aterrizajes forzosos, que pueden significar el fin de la misión y/o funcionalidad.
[1] Su uso deriva en la necesidad de reducir el peligro de crear desechos espaciales orbitales y la contaminación planetaria.
Además, brinda la oportunidad en algunos casos para la ciencia terminal, dado que la luz transitoria liberada por la energía cinética puede estar disponible para la espectroscopia; la eyección física permanece en su lugar para un estudio adicional.
En las misiones Apolo, varias etapas de cohetes se estrellaron deliberadamente en la Luna para ayudar a la investigación sísmica, y cuatro de las etapas de ascenso de los Módulos Lunares se estrellaron deliberadamente contra la Luna después de haber cumplido su misión principal.
Para el caso de la Luna, en total, al menos 47 cuerpos de cohetes de la NASA han impactado con el satélite natural,[2] el último impacto controlado tuvo lugar el 4 de marzo de 2022.