Atlantropa

[1]​ Estaban previstas, además, dos vías férreas, que habrían permitido enlazar Berlín, Roma y Ciudad del Cabo.

[2]​ Se debía construir una presa en el río Congo a fin de crear un gran lago artificial.

En otras palabras, habría ayudado estrechar lazos entre Europa y África, lo que, según su inventor, habría podido tener numerosos efectos: asegurar el suministro de materias primas, la irrigación del Sahara y la creación de un centro geopolítico mundial en Ginebra.

Ello dio lugar seguidamente a una avalancha de artículos, libros, conferencias, películas y nuevas exposiciones, lo que demuestra el interés suscitado por el proyecto.

El novelista John Knittel, en su libro Amédée, escrito en 1939, hace aparecer un ingeniero suizo convencido de la necesidad del proyecto.

De hecho, el mundo habría quedado dividido en tres «A»: América, Atlantropa y Asia.

Creía que para Europa sería el único medio de salir adelante frente a los capitales norteamericanos y la población asiática.

Además, Europa tendría un acceso directo y privilegiado a las materias primas africanas.

Estos no consideraban interesante el proyecto porque su visión expansionista estaba más orientada hacia el este.

Además, Herman Sörgel tenía una visión pacifista para su proyecto, lo que no era el caso del nazismo.

Esto le valió a Sörgel la prohibición de publicar en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Veía la construcción y el movimiento en cuanto a la ciudad un poco como Fritz Lang en la película Metrópolis.

También se derivarían riesgos tectónicos debido a la convergencia en esta zona de las placas euroasiática y africana.

Mapa del proyecto.
Recreación artística de la región mediterránea con el proyecto Atlantropa.
La entrada a la presa de Gibraltar dibujada por Peter Behrens en 1931.