El papa reprueba al rey francés Felipe IV por no haber tomado en cuenta otra bula, la Clericis laicos sobre los impuestos a los clérigos, y por no obedecer al obispo de Roma.
Bonifacio VIII, cuyo temperamento era fuerte y muy poco diplomático, protestó promulgando la bula Clericis laicos, prohibiendo a toda a autoridad temporal hacer uso de su poder, bajo pena de excomunión, para hacer tributar a los eclesiásticos, sin el permiso de la Sede Apostólica.
[3] En Francia, tales palabras fueron vistas como un atentado a la independencia del reino, por lo que, por disposición real, la bula fue quemada y en su lugar, se extrajeron algunos textos falseando su sentido bajo forma de una bula llamada Deum time o bien Scire te volumus.
[4] El conflicto entre Felipe y Bonifacio se agudizaría, cuando el papa convoca un sínodo para juzgar a todo aquel que prohíba a cualquier cristiano de apelar al papa.
Del sínodo convocado por el papa, surgirá un documento mucho más conflictivo: la Unam Sanctam.