La localidad se asienta junto a otro cerro minado de bodegas antiquísimas, que alcanza los 596 metros.
Estos últimos pretendían tomarla, ya que inicialmente fue territorio perteneciente al reino navarro.
Sin embargo, como diese muestras Sancho de retrasar sus obligaciones, inició el rey castellano una campaña que le permitió hacerse con un buen número de villas y castillos.
En consecuencia, Sancho el Sabio aceptó confiar la custodia de Logroño, Navarrete, Ausejo, Autol y Resa al caballero que eligiese entre la terna que habría de proponerle Alfonso VIII.
Los nuevos conflictos que provocaría la llegada al trono navarro Sancho VII el Fuerte motivaron el que en octubre de 1207 se firmaran nuevas treguas en Guadalajara, cediendo cada monarca tres castillos en garantía de sus respectivos reinos: Irurita, Inzura y San Adrián por parte de Navarra y Clavijo, Jubera y Ausejo por la castellana.
A Ausejo también le ha afectado gravemente el éxodo rural de los años 70 y 80, agravando aún más su situación.
Dañada –como se ha señalado- por el terremoto del 1817, fue reconstruida hacia 1840 con materiales aportados desde el antiguo castillo.
Nave de tres tramos, con cabecera cuadrangular y sacristía adosada al testero.
En el interior, obra cerámica contemporánea e imagen de la titular, sedente, gótica del siglo XIV, exquisitamente reparada por restauradores locales.
Ermita del crucifijo: antiguo crucero del siglo XVI formado por cuatro estribos unidos por arcos de medio punto que soportan una bóveda de crucería estrellada.
Otros: un intrincado sistema de bodegas y cuevas antaño habitadas honrada todo el cerro, produciéndose derrumbes que dejan al descubierto estancias de las que ningún vecino guardaba noticia.
Ausejo de mi vida, que aunque estés lejos le vengo a ver, porque tengo a mis padres y de las cuevas nunca me olvido es la tierra querida donde he nacido.