Estas limitaciones dificultan al receptor encontrar el país con la mejor relación coste-beneficio para gastar la ayuda.
[5] Además, la ayuda ligada a menudo favorece bienes intensivos en capital y consejos principalmente en el área en la que es experto el país donante, que puede no coincidir con las áreas de necesidades del país receptor.
Además, la administración de la ayuda ligada requiere mayores burocracias tanto en el donante como el receptor.
Desligar la ayuda presumiblemente daría a los receptores mayor libertad para escoger cómo gastan sus recursos, centrándose en los bienes que más necesitan y adquiriéndolos de los suministradores con mejor relación coste-eficacia.
Desligar la ayuda permitiría que fuera empleada más eficientemente, aumentando así su impacto sin aumentar la cantidad de dinero que a ella dedican los donantes.