El BK 3,7 (Bordkanone 3,7, cañón de a bordo de 3,7 cm en alemán) era un cañón automático alemán de 37 mm, desarrollado a partir del 3,7 cm FlaK 18 producido por la Rheinmetall y empleado durante la Segunda Guerra Mundial contra tanques y bombarderos.
Fue montado a bordo de aviones de la Luftwaffe, tales como el Junkers Ju 87 G-1 y G-2, el Henschel Hs 129 B-2/R3, el Messerschmitt Me 110 G-2/R1-3, el Junkers Ju 88 P-2 o P-3 y otros.
El BK 3,7 equipó a los aviones de ataque a tierra desarrollados para destruir tanques en el Frente del Este, en un intento por detener la masiva superioridad numérica de los tanques soviéticos T-34.
El concepto era bastante rudimentario, tenía poca precisión, baja cantidad de municiones y el peso adicional de los cañones dejaba al avión vulnerable ante cazas; pero podía ser muy eficaz cuando era utilizado por un piloto hábil y experimentado, como Hans-Ulrich Rudel en su Junkers Ju 87G armado con dos BK 3,7.
En comparación con las bombas lanzadas en picado, cuando el BK 3,7 era empleado para atacar el blindaje relativamente delgado del techo de la torreta y la cubierta del compartimiento del motor de un tanque, se podían lograr bajas con un proyectil antiblindaje relativamente ligero y barato que podía transportarse en mayor cantidad que las bombas.