Estudios soviéticos sobre operaciones aerotransportadas mostraron que los paracaidistas por sí solos, por su condición de infantería ligera, no podrían hacerle frente a las fuerzas acorazadas enemigas.
Esto impulsó al Alto Mando a pensar en mecanizar a las fuerzas aerotransportadas, para brindarles mayor alcance, movilidad y potencia de fuego.
Sin embargo, el plan contemplaba poder lanzar el blindado con un paracaídas, requiriendo un vehículo que pesase no más de 7 toneladas, y el IFV soviético por excelencia, el BMP-1, pesaba 13 toneladas, dejándolo totalmente fuera del proyecto.
Aunque poseía menor blindaje, mantenía el cañón de 73 mm (el mismo que también equipa al BMP-1).
La construcción del BMD-1 comenzó en 1968, produciéndose un número limitado de unidades.