Actualmente se considera que es un cuadro heredado por Salai,[1] documentado en 1625 en Fontainebleau y en 1695 en las colecciones reales francesas.
Está colocado en una ambientación naturalística y supone una vuelta al tema de la figura clásica.
No se sabe con certeza si Leonardo pintó a Juan el Bautista en el desierto o al dios romano del vino y la embriaguez, Baco.
Para ser Juan el Bautista, no tiene en la mano el bastón crucífero típico de la iconografía clásica y sí lo que parece un tirso.
No obstante, la ausencia de este símbolo, junto a la posición de las manos, podría indicar que sin la cruz, estás condenado al infierno, que sería a dónde está apuntando con la mano izquierda.