Barcelona (escultura)

Una de las actuaciones más importantes tuvo lugar en la plaza de Cataluña, actualmente uno de los centros neurálgicos de la ciudad, pero que antiguamente era una explanada a las afueras del núcleo antiguo, que no empezó a urbanizarse hasta 1902.

Para decorar la plaza se organizó un concurso público en 1927, en el que se decidió la instalación de 28 esculturas, de autores como Josep Llimona, Enric Casanovas, Josep Clarà, Pablo Gargallo, Vicente Navarro, Josep Dunyach, Eusebi Arnau, Josep Viladomat, Antoni Parera, Jaume Otero, Joan Borrell, Enric Monjo, Miquel y Llucià Oslé, Josep Tenas y Jaume Duran, además de Frederic Marès, que junto a la obra Barcelona realizó otra titulada Emporion y una fuente llamada Niños cabalgando peces —trasladada en 1961 a la Gran Vía con rambla de Cataluña—.

Está situada sobre un pedestal, y es un conjunto escultórico formado por una figura femenina desnuda sentada sobre un caballo, con los brazos alzados, en los que sostiene un barco; y, de pie junto al caballo, un hombre semidesnudo tocado con un casco con alas, y una rueda dentada en la mano.

Por el casco alado cabe deducir que esta figura representa al dios Hermes (Mercurio para los romanos), que entre otras cosas solía aludir al Comercio, mientras que la rueda dentada simboliza la Industria.

El estilo de la obra es clasicista, en consonancia con el novecentismo imperante en la época, un movimiento que en contraposición al modernismo promovía el retorno a la cultura clásica grecolatina, al mundo mediterráneo.

Figura de Hermes.