Los romanos fueron conducidos por el cónsul Cneo Pompeyo Estrabón y obtuvieron la victoria sobre los rebeldes.
En Roma, la situación política se había vuelta extremadamente turbulenta tras el ascenso del glorioso general Cayo Mario.
A pesar de las iniciativas llevadas a cabo por el inteligente tribuno, el Senado romano, liderado por la facción conservadora, los optimates, rechazó sus leyes y se le opuso con fiereza, causando las iras entre los itálicos.
Una vez penetrado en el territorio, Estrabón, que contaba entre sus legados para esta batalla al joven Cicerón y a su propio hijo, Cneo Pompeyo, que sería conocido como Magnus o El Grande, avanzó hacia el icono de la resistencia picentina, Asculum Picenum.
El superior ejército y equipo de las legiones romanas les otorgó la victoria.