Ambas partes participaron en un cerrado combate cuerpo a cuerpo, con la victoria cayendo en favor de los francos, que mataron o capturaron gran parte del ejército bizantino.
Los francos pasaron a capturar una gran cantidad de armamento y tesoros durante las consecuencias.
Enrique, convencido de que tenía que hacer un intento desesperado, preparó su caballería para la batalla, y levantó sus lanzas a la espera del ataque bizantino.
A una señal dada, Enrique saltó delante de los demás y se dirigió en su caballo por el centro de sus filas, mientras que su caballería, acostando sus lanzas y elevando el grito de guerra, dispersó a los bizantinos y presionó sobre ellos cuando se retiraban.
Los historiadores posteriores han intentado resolver la aparente discrepancia entre las dos fuentes.