Seis mil orozquistas con cuatro piezas de artillería se desplegaron formando una posición defensiva.
El comandante ordenó un reconocimiento, disponiendo más tarde los movimientos necesarios para el despliegue, que concluyó durante la noche.
Inicialmente intervino la artillería federal, que efectuó disparos de ablandamiento hasta silenciar a los cañones rebeldes, lo que permitió el ataque de la infantería y caballería sobre el enemigo.
Orozco reaccionó ordenando un contraataque sobre el flanco derecho de Huerta, pero no tuvo éxito y sus tropas tuvieron que retroceder, entablándose un combate en campo abierto en el que los orozquistas no pudieron impedir que los soldados federales se apoderaran de las principales elevaciones, y poco después un movimiento envolvente de la caballería por la retaguardia orozquista decidió la batalla.
Tras esta derrota, Pascual Orozco dejó de ser una amenaza para el gobierno maderista, limitándose a formar gavillas de maleantes en zonas rurales del norte del país e intentaría, poco después, unir fuerzas con Félix Díaz.