Tras infligir una aplastante derrota al general seléucida Apolonio en Uadi Haramia, el ejército rebelde, dirigido por Judas Macabeo, habría de enfrentarse a las tropas del gobernador Serón, que marchaba a su encuentro excesivamente confiado.
[2] Haciendo uso de su superior conocimiento del terreno, Macabeo y sus rebeldes se prepararon para tender una emboscada, pero Serón se anticipó y extendió sus fuerzas.
[3] Con la noticia de la muerte de su general, los sorprendidos y desconcertados restos del ejército seléucida se desperdigaron por las colinas y huyeron.
Los obstinados seléucidas se habían negado a renunciar a sus tácticas basadas en la rígida falange, lo que les creó problemas en el campo de batalla.
Otra fuerza sería pronto enviada contra Macabeo, lo que condujo a la Batalla de Emaús.