Para afrontar la crisis los romanos nombraron dictador a Marco Junio Pera y Tiberio Sempronio Graco como magister equitum.
[1] La población de Casilino asentaba sobre ambas márgenes del río Volturno y daba paso de Campania al Lacio a través del Ager Falernus.
Un primer intento de asalto comandado por Isalca llevado a cargo por tropas gétulas al servicio del ejército púnico, fue rechazado por los defensores con una salida.
Tito Livio cuenta que en las acciones llegaron a participar elefantes pero resulta inverosímil porque tras la batalla de Trebia y el paso de los Apeninos, a los cartagineses sólo les quedaba un único ejemplar, y el siguiente refuerzo conocido de estos animales los recibió el año siguiente en Locri.
Ante el fracaso del asalto directo, Aníbal optó por iniciar el sitio de la ciudad.
[3] Esto obligó a venir a la ciudad eterna al cónsul Varrón desde Apulia para designar un segundo dictador, Marco Fabio Buteón, con el fin de que organizase el reemplazo de los miembros fallecidos en el Senado.
Una vez hecho esto, el segundo dictador dimitió y se volvió a llamar al dictador Pera, al magister equitum Graco y al pretor Marcelo para que organizasen las elecciones consulares, algo que suele tener lugar a finales de enero.