La batalla terminó con la victoria estadounidense, que convirtió a Guam en una base para posteriores acciones militares.
El plan aliado para la invasión de las Marianas consistía en un fuerte bombardeo preliminar, primero a través de portaaviones y aviones con base en las islas Marshall en el este, para, una vez lograda la superioridad aérea, efectuar bombardeos con acorazados.
Guam, rodeado por arrecifes, acantilados y fuerte oleaje, presenta serias dificultades para una invasión.
La artillería japonesa hundió 20 AMTRACs, pero a las 09:00, los tanques lograron tomar tierra en ambas playas.
Pero con el reabastecimiento y refuerzos casi imposibles a causa del control estadounidense del mar y aire alrededor de Guam, no podía esperar nada más que retrasar la inevitable derrota por unos pocos días.
Como en otras batallas de la Guerra del Pacífico, los japoneses rehusaron rendirse y casi todos perecieron.
Los seabees construyeron cinco grandes campos aéreos, desde donde los bombarderos B-29 fueron capaces de volar hasta objetivos militares situados en el Pacífico Oeste y en Japón.