Ante esa situación, se decidió pedir ayuda a Fez (actual Marruecos), al sultán meriní Abu Yúsuf Yaqub ibn Abd al-Haqq.
[2] La circunstancia fue aprovechada por los miníes y en el verano del año 1275 cruzaron el estrecho de Gibraltar con un gran ejército que, junto con las tropas nazaríes, atacaron el territorio castellano.
Su hijo y heredero, Fernando de la Cerda, que actuaba como regente del reino, se apresuró a reunir tropas para atajar la disputa.
[2] Sin líderes que pudieran hacer frente a los ataques, las fuerzas merinís tenían camino libre para avanzar desde el sur.
La cuestión fue zanjada cuando el arráez nazarí de Málaga decidió decapitar al infante y cortarle las manos, en las que tenía los anillos episcopales.
[3] El sultán Abu Yúsuf Yaqub ibn Abd al-Haqq decidió volver a Marruecos, mientras en la península se generó una tregua de facto entre Castilla y Granada.