Entretanto, se difundía por Extremadura la noticia de que los cristianos ya cercaban Lisboa, siendo imperativo ayudar a defender a toda costa los últimos reductos musulmanes al norte del Tajo.
No obstante ante la significativa diferencia numérica entre ambos contendientes, acabarían por vencer los cristianos; aunque la mayor parte de estos últimos hubo perecido, conseguirían aun matar a tres mil musulmanes a filo de espada, quedando los restantes ahogados en el río o siendo hechos prisioneros.
Al mismo tiempo, el rey también mandó reconstruir la vieja Iglesia de Nossa Senhora dos Prazeres (que se quedó en ruinas bajo la ocupación musulmana, ya que tenían permitido el culto cristiano, mediante el pago de un tributo —yizia— a las autoridades islámicas), habiéndola hecho sede parroquial de Sacavém es alterada en su invocación, dedicándola ahora a Nossa Senhora da Vitória (en homenaje a su estruendosa victoria sobre los moros, debido a la intercesión de la Virgen).
El primero en aludir a esta tradición fue un monje cisterciense del Monasterio de Alcobaça, Fray Antonio Brandão, en su Monarquía lusitana (folios.
Hoy en día, está comúnmente adoptada como prácticamente legendaria, por lo menos con los adornos con lo que fue descrita.