Lo sorprendió en el arroyo Solís Grande, y esperaba destrozarlo al día siguiente, pues tenía fuerzas superiores.
Pero Suárez, en una hazaña militar, escapo por la noche del cerco de sus enemigos, y ganó campo abierto para marchar hacia Montevideo.
Timoteo Aparicio trata de envolver a las fuerzas gubernistas llevando el ataque por ambos flancos, mientras que la infantería se defendía en cuadros.
Mientras tanto Suárez se hace fuerte con sus infanterías y logra suprimir los ataques por el fuego de artillería.
El jefe colorado Gregorio Suárez dispuso el degüello de todos los prisioneros e hizo pasar la caballada por sobra los cadáveres.