Belonefobia

La voz «belonefobia» proviene del griego βελόνη belóne ‘aguja’ y el sufijo latino científico -phobia, y este del griego antiguo -φοβία -phobía ‘fobia, miedo’,[1]​ La persona que la padece es «belonefóbico, -ca»[1]​ o «belonéfobo, -ba».

La variante «belonofobia» es incorrecta por su poco uso y por no ser reconocida por documentos especializados en español, probablemente por influencia de cognados como el alemán Belonophobie,[2]​[3]​ aunque sí fue mencionada por la Fundación del Español Urgente.

Se estima que al menos el 10% de los adultos estadounidenses tienen miedo a las agujas, y es probable que el número real sea mayor, ya que los casos más severos nunca se documentan debido a la tendencia del paciente a evitar todo tratamiento médico.

[12]​ Muchas personas que sufren desmayos durante los procedimientos con agujas informan que no tienen miedo consciente al procedimiento con agujas en sí, sino un gran miedo a la reacción del síncope vasovagal.

[5]​ Históricamente, la mejor estrategia de tratamiento para este tipo de fobia a las agujas ha sido la desensibilización o la exposición progresiva del paciente a estímulos gradualmente más aterradores, lo que le permite volverse insensible al estímulo que desencadena la respuesta fóbica.

En los últimos años, una técnica conocida como "tensión aplicada" se ha aceptado cada vez más como un medio a menudo eficaz para mantener la presión arterial y evitar los aspectos desagradables y, a veces, peligrosos de la reacción vasovagal.

Los tratamientos efectivos incluyen terapia cognitiva, hipnosis y/o la administración de medicamentos contra la ansiedad.

Para ellos, el dolor de una inyección es insoportablemente grande y muchos no pueden entender cómo alguien puede tolerar tales procedimientos.

Impulsado por la vista de la inyección, el fóbico puede exhibir los síntomas normales del síncope vasovagal y es común desmayarse o colapsar.

Hay muchos factores desencadenantes en el mundo exterior que pueden provocar un ataque por asociación.

La literatura médica sugiere una serie de tratamientos que han demostrado ser efectivos para casos específicos de fobia a las agujas, pero brinda muy poca orientación para predecir qué tratamiento puede ser efectivo para cualquier caso específico.

Los siguientes son algunos de los tratamientos que han demostrado ser efectivos en algunos casos específicos.