Se hornea dos veces (de ahí su nombre, bis-coctus).
A Moya, la receta del bizcocho fue traída desde Cuba por Doña Chá Manuela, quien se afincó en el municipio canario en 1930.
Un buen día, le hicieron un encargo de bizcochos a Dña Jacinta, pero se le pasó el tiempo de cocción y para disimular la parte quemada, la cubrió con el mismo glaseado que se hacía para elaborar los suspiros de merengue.
El resultado fue tan bueno que la receta se comenzó a difundir.
El bizcocho de Moya se populariza definitivamente cuando se abren las primeras fábricas artesanales y varias familias lo adoptan como medio de vida: Doña Amelia Ojeda primero, y Doña Felisa Rivero Trujillo después abre Bizcochos de Moya en 1945.