Los bolos celtas representan una tradición dentro de la modalidad más general conocida como pasabolos.
[1][2][3] En ella además de la precisión necesaria en otro tipo de bolos, se requiere fuerza y potencia en el jugador, ya que las máximas puntuaciones no se consiguen por derribo, sino por lanzar los bolos lo más lejos o altos posible.
Su adaptación en Galicia y su nombre genérico de bolos celtas está constatada por los menos desde el siglo XIX.
[3] Durante el siglo XX, en todas las villas y barrios, tanto del Valle Miñor como de los aledaños existieron boleras, y el transcurso del tiempo también modificó algunas de las normas que rigen el juego.
Por ejemplo, se sabe que no siempre hubo una distancia precisa de tiro.
"[6] Por su parte, José Rodríguez Domínguez confirma que antiguamente las boleras estaban ubicadas, "normalmente, en las plazas de los pueblos, delante de las iglesias, por ser los lugares más cuidados y céntricos, ya que era donde se organizaban romerías, fiestas etc".
[3] Ambos investigadores comentan que las competiciones consistían en jugarse, corderos, gallos, jarras de vino, y otros premios similares.
Raya: línea curva que forma un semicírculo regular en relación con la piedra.
Generalmente se marca con un surco trazado en el suelo del campo de juego.