El presidente es un hombre viejo, con una salud que se vuelve cada vez más endeble.
Aquel hombre resultará ser un compatriota suyo que lo ha reconocido en el hospital en el cual se atiende al presidente y donde el hombre, que se llama Homero Rey, trabaja de conductor de ambulancias.
Homero se presenta ante el presidente como un antiguo dirigente de las brigadas universitarias quien lo acompañó por toda la campaña del sur.
Antes de la cena, Lazara y Homero discuten sobre el estado económico del presidente, mientras intentan arreglar la casa para que este presentable, ante la llegada del presidente charlan pero la tensión es palpable por sus diferencias de opiniones en torno a que debe ser de un presidente una vez termina su mandato, al final se despiden y Lazara pasa la noche molesta creyendo al presidente un avaro.
Pasa una semana hasta que Homero vuelve a ver al presidente quien le pide ayuda para empeñar sus últimas pertenencias, parece que el problema de salud del presidente le costará la vida, o al menos, los pocos recursos que le quedan en el mundo para hacer frente a los gastos hospitalarios.