Buquinistas de París

Un estatuto para ellos fue entonces establecido, similar al de los comerciantes públicos.

En septiembre de 1829, y reconociendo irregularidades en el origen de parte del material manejado por los vendedores, se les prohibió «hacer compras a niños, escolares, servidumbre, y domésticas, sin las autorizaciones correspondientes».

[12]​ Los libros de segunda mano de París han inspirado a los libreros en otras ciudades como Ottawa, Pekín, Tokio, Montreal, Quebec, etc.[11]​ Pero París, con sus cajas convertidas en quioscos casi desde que sale el Sol hasta que se pone, constituye aún hoy día la librería a cielo abierto más grande del mundo.

Sin embargo, el turismo que cambia muchas realidades, unido a la competencia de lo digital y lo electrónico, está haciendo que mes a mes, bajen las ventas de libros, y que, sin embargo, aumenten las de "souvenirs", pues estos puestos se han convertido casi en atracción turística y deben aprovechar esta circunstancia.

Pero dentro de este contexto un tanto adverso para la profesión, también se dejan sentir voces amigas.

Es el caso por ejemplo de Jean-Louis Crimon, quien se autocataloga incluso como un periodista buquinista.

Exhibición de productos a la venta de un buquinista parisino (2007).
Grabado de buquinista en el quai Voltaire (1821).
Puestos de venta de buquinistas en París .
Cajas cerradas de buquinistas (2006), apoyadas sobre los muros-parapeto de los muelles parisinos.
Buquinistas al borde del río Sena, en París .