En 1885 dirigía una rondalla infantil, lo que da una idea de su precoz musicalidad.
Durante este tiempo trabajó como organista y director de un orfeón en Zamora.
No hay escritos concretos indicándolo, pero determinados silencios y ausencias en momentos importantes para la Catedral lo dan a entender.
También su tardía canongía y su lugar de enterramiento dejan entrever problemas.
El «maestro Milagro» fue llamado en diversas ocasiones por otras catedrales para juzgar las oposiciones de los músicos.