“En la época prehistórica, nos dicen los sabios Humboldt y Bondpland, el Valle del Aburrá era asiento de tres grandes lagos”.
Estos grupos humanos (de los que se sabe muy poco por no existir evidencias escritas), hicieron sus enterramientos funerarios en los sitios de vivienda y, al parecer (según los vestigios cerámicos), tenían profundas relaciones culturales, económicas y políticas con grupos dispersos, distantes en la geografía andina antioqueña.
El fértil bosque donde está hoy nuestro Municipio fue entonces habitado durante siglos por pueblos indígenas, conocidos en sus últimos años como los Niquía, pertenecientes a la familia de los Aburráes, quienes formaban parte de la nación Nutave (que era conformada por todos los pueblos que habitaban el Valle de Aburrá y en general los establecidos entre los ríos Cauca y Porce).
Los Niquía, aunque poco religiosos, rendían culto al Sol, la Luna y las estrellas.
Pintaban su cuerpo con achiote, usaban algunos adornos de oro y se coronaban con plumas.
Se inició entonces un gran intercambio de oro por agujas, hachas, sal y otros elementos necesitados por ellos.
Igualmente, esta colonización facilitó la posterior fundación de Medellín, casi un siglo después.
Según registros históricos, hubo al principio en estas tierras una baja población, ya que en 1.674 se registraron en todo el Valle de Aburrá solamente tres mil personas, en aproximadamente 68 familias.
Aunque en nuestro territorio no se registraron luchas independentistas, cabe mencionar al prócer hatovejeño Manuel Tamayo, quién combatió a los realistas y, tras la disolución de la Gran Colombia, llegó a ser general de la República del Ecuador.
Hacia 1.836, este “vecindario pequeño y extremadamente pobre, (donde) sus habitantes viven muy dispersos por las montañas...” (como lo describiera su entonces alcalde de distrito), abrió su primera escuela bajo la dirección de Don Félix Barrientos y una matrícula de 33 niños (la escuela en la que Marco Fidel Suárez estudiaría 27 años después y sería luego su director, en 1.877).
Entre los muchos autores que lo describen como un “valle eglógico”, “lugar soñado para el reposo y la meditación”, “paraíso deleitable a la vista, el más hermoso que se ha dado desear”, se destaca el retrato escrito por el literato antioqueño Don Tomás Carrasquilla sobre nuestra tierra: “... ¡Todo convida en ti, oh Bello!...Praderas bucólicas, donde la ceiba gigante proyecta sus cimborios; sotos de aguacateros y naranjos, de guayabales y de palmas, huertos, donde el madroño enhiesto y el ciprés luctuoso se alza entre el follaje del café y de la caña, del maizal y de la yuca; platanales, perseguidos por los pájaros y agitados por los vientos;...” “Convidan los puentes con sus asientos sobre linfas musicales, bajo frondas amables y perfumadas; convidan los pedrejones que recaman el liquen; amarra con sus raíces el chagualo y cuñan, por sus grietas, el musgo providente y la viravira resignada; los céspedes idílicos donde hace alfombra el poleo,... los toches tormentosos que cantan a las mariposas, esas flores del misterio que vuelan más que ellos; las golondrinas monjiles, que tratan de imitarles, gozando del buen tiempo congregadas en los aleros y en los alambres del telégrafo; convidan unas frutas paradisíacas; convidan unos baños como espejos, unas duchas cual cabelleras, unos plumajes, unas gentilezas ideales del agua; convida un aire campesino, montañero, que huele a salud; convida todo, porque tú, oh Bello, eres el regalo con que Dios dotara a estas gentes que habitan a orillas del Medellín...”
“En medio de todo esto te diseminas tú; tú, la aldea arcadiana, de paredes blancas, techumbres oscuras y rojas cerraduras; el lugar soñado para el reposo y las meditaciones.
¡Cuántos habrán rezado para que no seas nunca pueblo grande!...” [13] La ubicación de Bello no solo fue propicia para las faenas agrícolas y ganaderas, o como sitio de recreo, sino que además se presentó a la élite medellinense como una excelente alternativa para instalar allí sus empresas.
Con el ferrocarril, Bello pasó repentinamente de ser un poblado aislado, a tener contacto directo con los principales centros productivos del país.
En 1.956 fundó la Proveeduría (o mercado privado) abierto al público en general en 1.958, con precios por debajo de los costos comerciales.
En marzo de 1970 creó la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social, en donde durante más de diez años se formó a la comunidad en oficios (como culinaria, ebanistería, plomería, electricidad, corte y confección, etc.), y en disciplinas artísticas (como danza, música, plásticas y teatro), con sus respectivos grupos de proyección (coro, estudiantina, danzas, etc.) con los que representó exitosamente al Municipio en múltiples certámenes nacionales, estimulándose desde entonces en la ciudad una gran dinámica artística, que aún sobrevive.
En 1.973 le obsequió al Municipio la escuela municipal Cincuentenario (para la educación básica primaria) ubicada en el sector de La Callecita.
Vale agregar que Fabricato dio origen a muchas otras empresas en Colombia y hasta fuera de ella, tales como Pantex, Col-chem, Riotex, Catsa, Divisa, Texmeralda, Prominsa, Fabritex (de Nicaragua), Cinsa, Comercia, Texpinal, entre otras.
UU.(en ese entonces la empresa textil más poderosa del mundo) y Fabricato, esta última con un porcentaje menor de acciones.
Filial de esta es la empresa COL-CHEM (Colombian Chemical) dedicada a proveer materia prima química para la producción textil.
Desde los años 50, sus extensos llanos empezaron a llenarse de barrios obreros, barrios nuevos por loteo, urbanizaciones, unidades cerradas, viviendas populares y hasta invasiones, sacrificándose irremediablemente en estos terrenos su patrimonio ambiental, turístico y recreativo.
Se construyeron urbanizaciones como: Cabañas, Cabañitas, Salento, La Ciudadela del Norte, Niquía Camacol, San Andrés, El Mirador, Las Vegas, Navarra, El Trapiche, La Florida, Guayacanes, Quitasol, Valadares, Riachuelos, Hato Viejo, Hato Nuevo, Villa María, Villas del Sol, Villa de Occidente, Los Búcaros, Hermosa Provincia (barrio de la religión La Luz del Mundo); e invasiones como: Espíritu Santo, Las Granjas, La García, La Guayana y la Meseta, entre muchos otros barrios.
Las urbanizaciones más recientes son: Quintas del Ángel, Estación Primera y Cerramonte, iniciadas en 1996, así como todo el sector de Niquía Terranova con una serie de nuevas urbanizaciones (dinamizadas por una amplia zona comercial con el almacén Éxito y otros centros comerciales), iniciadas en 2004.
Parte de este proceso organizativo ha sido el conocido como Movimiento Cultural Comunitario.
De las tres estaciones con que cuenta Bello, la primera rinde homenaje (a las puertas del siglo XXI), al Cacique Niquía, sobre cuyas tierras usurpadas, debatiéndonos entre la vida y la muerte hemos construido a través de los siglos la ciudad.