Desafortunadamente, las mayores empresas de calculadoras mecánicas estaban lejos, en EE.
Para proteger la confidencialidad del proyecto, este cogió el sobrenombre de ANITA.
Al ser los pioneros en este campo, había muchas áreas técnicas que requerían un desarrollo considerable: Sin embargo, la principal limitación fue el coste de la calculadora.
Es interesante decir que este prototipo fue posteriormente donado por la compañía al Museo Científico de Londres, donde Kitz tuvo su inspiración sobre las calculadoras eléctricas.
Pasaron varios años de búsqueda de los componentes eléctricos y mecánicos adecuados para la producción, probándolos, y comprobar si realizar la producción en la propia empresa o producirla en terceros.
Los circuitos lógicos, aunque digitales, estaban basado en la notación decimal en lugar de la binaria.
Inicialmente las competidoras de la ANITA no eran más pequeñas ni más baratas que estas, pero Bell Punch respondió abriendo una nueva factoría de investigación y desarrollo en Uxbridge, y las investigaciones sobre la electrónica fueron incrementando para las calculadoras y los otros productos de Bell Punch.
El resto de la compañía Bell Punch continuó fabricando y vendiendo sus otros productos, tales como los taxímetros.
En 1976 Rockwell decidió salir del mercado de las calculadoras, ya que las calculadoras habían reducido mucho su precio y habían reducido la rentabilidad de esta industria.