Después se trasladó a Florencia, trabajando y aprendiendo con Luigi Pampaloni la técnica del retrato, en la que terminó especializándose.
Permaneció en Florencia once años y regresó a su ciudad natal, donde abrió un estudio.
En el cementerio de Ferrara completó los monumentos fúnebres para las familias Mantovani, Santini Cavaliere y Botti, la estadounidense Lovel Putman, el abogado Marcellino Lombardi y a Maragola.
También realizó el monumento fúnebre en honor al patriota garibaldino, Bonetti, muerto en la Batalla de Bezzecca.
Por este busto fue galardonado con la Cruz de Carlos III y recibió en pago 34 000 reales.