Situado entre Villanueva de la Serena y Castuera, el río Guadiana constituye su límite norte.
También reptiles como la culebra de collar, la lagartija cenicienta, la salamanquesa común, el galápago leproso, la lagartija ibérica… Los primeros indicios que dejó el hombre por estas tierras se remontan al Calcolítico, en torno al III milenio a. C. Se han encontrado numerosos restos de industria lítica en la cuenca del arroyo “El Molar”, siendo significativa la concentración de éstos en torno a la presa de “El Paredón”.
Abundan entre estos las hachas pulimentadas y mazas metalúrgicas, además de grabados que se acercan tipológicamente a las inscripciones desarrolladas en la Edad del Bronce.
Todos estos restos, hay que enmarcarlos cronológicamente en torno al II milenio y mediados del I a.d.
Aunque aún está en proceso de excavación, se puede intuir la monumentalidad del edificio, datado en el periodo orientalizante, en torno al ecuador del I milenio a. C., si bien, hay estructuras posteriores sobre él.
Tras la llegada del mundo romano a tierras extremeñas en el siglo II a. C. la sociedad experimenta grandes cambios culturales que se manifiestan en la producción humana de manera significativa.
Entre los elementos más destacados y atractivos al público figuran el Recinto Fortificado tipo torre de la Portugalesa, fechado entre el primer cuarto del siglo I a. C. y finales del siglo I d. C., y la propia Presa del Paredón, que aunque se duda de su cronología, es susceptible de ser encuadrada en esta época.
También hay quién insiste en el origen religioso de este, haciendo referencia a alguna ermita con campanario ya desaparecida Según el presbítero Vicente Navarro del Castillo, la villa de Campanario contribuyó con veintidós de sus habitantes a la conquista americana, repartiéndose por la superficie del Nuevo Mundo donde quiera que hubo presencia española.
Tenía este una capilla sacra, dedicada al patrono del hospital que a su vez compartía protagonismo dentro de ella con otros santos como S. Benito, S. Domingo, S.Francisco y la Virgen.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura.
[4] El desarrollo demográfico, urbano y social del núcleo que arranca del siglo XIX, se va manifestando poco a poco hasta llegar al siglo XX, concretamente, en 1849 contaba con 900 casas habitadas, aunque la consistorial se declara en muy mal estado, lo mismo que la cárcel.
Durante la guerra civil, el aspecto artístico y monumental del pueblo quedó seriamente dañado.
Todavía son apreciables las trincheras de estos años en Los Barrancos, elementos que destacan entre el paisaje natural.
La cabecera fue cubierta con bóveda de crucería, hoy muy remodelada con un camarín barroco construido a mediados del siglo XVIII.
El edificio presenta como característica más significativa su planta de cajón alargada, sin grandes alardes arquitectónicos y sobriedad constructiva.
La protección de este bien se refiere únicamente a la fachada del edificio, debido a la demolición en su totalidad por ruina en el año 1982 y su posterior recomposición más tarde con sus elementos originales.
Además, esta ventana se ubica sobre otro pequeño escudo y el acceso lateral de cantería.
Fruto de la prosperidad urbana y alza del poder religioso en la villa, se funda en el año 1600 un pequeño convento de franciscanos descalzos, del que hoy sólo se conserva un epígrafe alusivo a la orden monástica y con el escudo representado.
El Convento es uno de los elementos arquitectónicos más relevantes del pueblo, su patio, dependencias interiores y arquitectura en general, muestran las facetas constructivas de los siglos XVII y XVIII.
La bella espadaña de ladrillo que se alza en su exterior y que soporta las campanas, destaca sobre todo por la perfección en la utilización del material, decoración con cerámica, así como por la escultural figura estética y valor histórico artístico.
Ocupa parte del solar donde se levantaba el antiguo Hospital de San Bernardo.
Otros elementos artísticos a destacar de la población lo constituyen los palacios señoriales que arrancan del siglo XVI, y encuentran en los siglos XVII y XVIII su mayor auge constructivo.
Muestra un frontal completo de granito labrado rematado por un escudo coronado con una cabeza humana y flanqueado por dos querubines.
La vivienda típica de Campanario se caracteriza por su sobriedad constructiva y estructura interior, que salvando alguna particularidad, responde a un modelo común erigido básicamente con mampostería, tapial y adobe.
Las fachadas, todas ellas enlodadas, presentan dos divisiones, una superior encalada y otra inferior marcada por el zócalo característico de las poblaciones del llano.