No fue sino hasta mediados del siglo XX, cuando Ángel María Garibay Kintana hizo una traducción de los folios al español, con comentarios analíticos.
Cuenta con un prólogo de Guadalupe Curiel, un texto del propio León-Portilla y estudios para una aproximación sobre el ritmo y medida de cómo se supone que se cantaban las personas indígenas.
En el Códice Florentino hay incluso ilustraciones que pueden ser asociadas a la música instrumental y vocal de estos textos, si bien son insuficientes para hacer una recreación histórica, fidedigna del sistema poético-instrumental en su conjunto.
Los Cantares mexicanos incluyen géneros poéticos dramatizados y musicalizados, con temática específica.
En 2011 Xochicuicatl cuecuechtli fue convertido en guion escénico y partitura musical por el compositor Gabriel Pareyón, investigador del CENIDIM; dicha partitura fue recibida por la crítica especializada como “la primera ópera moderna en lengua nahuatl”, y que emplea únicamente instrumentos musicales de origen ancestral mexicano.
Un segundo género comprende la lírica, teñida con gran frecuencia de ideas y sentimientos religiosos.
El segundo, contiene los cantos; estos se encuentran en su idioma original (náhuatl) y en español.