"[2] A finales del siglo XIX, Cao se convirtió en el líder de un grupo semi-místico formada en su mayoría por gentes poco instruidas, tales como trabajadores ferroviarios despedidos, fanáticos religiosos chinos, delincuentes y jóvenes desempleados.
Cao era un maestro del kung-fu y un líder carismático; odiaba a los extranjeros occidentales por el establecimiento de las concesiones extranjeras, pero aún más por la propagación del cristianismo por parte de los misioneros.
En algún momento de 1898, Cao y sus seguidores comenzaron a mostrarse particularmente hostiles hacia el ejército imperial chino, al que culpaban de permitir que los occidentales se asentaran en China.
El príncipe Duan, un ferviente partidario de la causa, organizó una reunión entre Cao y la emperatriz viuda Cixi.
[7] Cao Futian era también un líder espiritual para los bóxers, y muchos creían que tenía habilidades divinas.