A finales del siglo XVIII la capilla, y en especial la pintura que la presidía fue alabada por Ponz en su Viage de España, y, en 1804 por Isidoro Bosarte.
La tabla que presidía la capilla sería destinada al Museo de Valladolid, donde se encontraba en 1843.
Posteriormente se transferiría al Museo Nacional de Escultura.
La capilla (incluyendo su decoración) se vería arruinada por el paso del tiempo.
En 2019 se vendieron dos tablas de la serie de cuadro que se disponía en la parte inferior del retablo que presidía la capilla.