Tras la repoblación de Algeciras a principios del siglo XVIII a consecuencia de la toma británica de Gibraltar los terrenos rurales situados en sus alrededores fueron ocupados por colonos dedicados a la explotación agrícola y ganadera continuando las actividades que se realizaban en la zona cuando pertenecía al municipio de Gibraltar.
[1] A partir de 1773 se repartieron estos últimos terrenos entre varios vecinos para el cultivo de vides, continuando la tradición que ya existía en la zona en los siglos XVI y XVII.
Al encontrarse la zona lejos de la población de Algeciras en 1775 los ya numerosos vecinos a través del presbítero Antonio Pérez Cruzado solicitaron al Ayuntamiento de Algeciras permiso para edificar una capilla o ermita que les permitiera cumplir con sus obligaciones religiosas sin tener que desplazarse varias horas al núcleo principal.
[2] Tras considerarse las diferentes opciones disponibles el 15 de abril del mismo año el Cabildo de Algeciras concedió licencia para la edificación de la capilla y Fray Tomás del Valle, Obispo de Cádiz otorgó la licencia eclesiástica nombrándose capellán al propio Antonio Pérez Cruzado.
El lugar elegido para la erección de la capilla fue la parte más alta de la finca llamada Viña Grande donde se encontraba una antigua torre almenara arruinada cuyos muros y cimientos podían reutilizarse.