El templo es catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su preservación.
[1] El territorio donde se ubica el templo fue donado por Miguel Estanislao Farfán, un sacristán de la parroquia de la ciudad.
Su construcción fue posible gracias a donaciones, siendo dirigida por Ignacio Contreras.
La Orden de Predicadores se asentó en el templo cuando llegó a la ciudad, posteriormente los dominicos se cambiaron al Templo de San Juan de Dios.
La fachada fue recubierta con cantera en 1911, perdiendo así el relieve original.