Debido a la añadidura de una guindilla suelen tener un sabor ligeramente picante.
Antaño en los poblados de Chamartín, Hortaleza, Fuencarral o Canillas.
Los caracoles madrileños se cuecen con diversas viandas cárnicas, lo que proporciona un caldo de gran sabor.
[1] Es plato de taberna,[4] realizado con lentitud mientras los ingredientes hacen el caldo.
Es necesario haber limpiado bien los caracoles para que no dejen sabores extraños en el caldo.