El campo eléctrico asociado a una carga puntual clásica crece hacia el infinito a medida que la distancia a la carga puntual disminuye hacia 0, lo que hace que la energía (y por tanto la masa) de una carga puntual sea infinita.
Esta idealización se utiliza en electrostática para describir las interacciones fundamentales entre los portadores de carga eléctrica.
Las cargas puntuales suelen ser una simplificación de la situación real.
Los cuerpos macroscópicos nunca representan una carga puntual, sino que su carga se distribuye por el cuerpo o, en el caso de los conductores, en su superficie.
Incluso los objetos del nivel atómico no suelen ser cargas puntuales, por ejemplo el protón.