Caritatis providentiaeque

En Galitzia tras la revolución de 1846-1848, Austria -habiendo cesado las tendencias josefinistas y germanizantes- concluyó un concordato que concedía a la iglesia cierta libertad.

[2]​ El papa inicia la encíclica su aprecio por la iglesia polaca A continuación alaba la devoción y confianza del pueblo polaco hacia Roma, y cómo han sido los primeros defensores de la fe ante los enemigos de la religión.

Da paso así la encíclica a una exposición breve pero rotunda sobre los beneficios que supone la fe para la vida humana y, por tanto, para la sociedad.

El papa pide a los obispos que fortalezcan la formación religiosa que se imparte en la escuelas; y en relación con este objetivo muestra la necesidad de formar al clero con diligencia y compromiso.

El papa expone su deseo de que se salvaguarde el prestigio de la Universidad de Cracovia, y -en general- de las universidades católicas existentes; les anima a asegurar la estima del pueblo hacia las órdenes religiosas, que tanto bien han supuesto tanto para la Iglesia como para la sociedad civil; incluye una mención particular a la orden basiliana, que había sido restaurada recientemente con intervención del papa.

Se despide el papa pidiendo a los obispos que transmitan estas directivas y exhortaciones a su grey, les reitera su amor hacia el pueblo polaco, y piden que imploren para él la gracia divina, con la intercesión de Santa María, San José y los santos patronos de Polonía.

Reparto de Polonia tras el Congreso de Viena. En este mapa la Galitzia incorporada a Austria no queda delimitada.