Debutó en el teatro a la edad de catorce años, de la mano del maestro Calleja, que la incluyó en el coro del Teatro Martín (Madrid).
Aparece nuevamente en escena en los años veinte convertida en característica estrenando Don Quintín el amargao de Jacinto Guerrero.
En el año 1934 se va contratada como actriz de carácter, a Buenos Aires con la Compañía Leon-Perales, pasa trabajando en América diez años, haciendo cine y teatro y vuelve a España en 1944.
Se incorpora a la Compañía de Zarzuela “Los Ases Líricos”, trabajando como gran figura artística.
En el año 1953, debido a una sordera progresiva que la imposibilita actuar, sus hijos recomiendan su retirada de los escenarios.