Las partes cortadas de cada copia debían coincidir, permitiendo validaciones posteriores y dificultando la falsificación.
[3][4] Esta forma de validación, quirógrafo, (derivado del latín chirographum y este del griego, χειρóγραφον)[5] ‘escrito por la propia mano’ (subscriptio quae propria manu fit), designaba inicialmente cualquier documento con firma autógrafa confiriendo credibilidad al documento.
Principalmente fueron escritas sobre pergamino, o material similar basado en piel curtida, pero también hay ejemplos sobre papel.
Entre las dos copias había una separación o división, que era la parte por donde se debía cortar el documento.
A pesar de que las guerras, incendios y otros incidentes hicieron desaparecer definitivamente muchos archivos, se conservan en varios casos.