Cartas a Milena

Milena Jesenska fue una periodista liberal checa, casada con Ernst Pollak, un filósofo vienés, amigo de Hermann Broch y Franz Werfel.

Los visitantes al café incluían a Felix Weltsch, Oskar Baum, Willy Haas, Egon Erwin Kisch, Franz Werfel, Paul Kornfeld o František Langer,[2]​ denominados arconautas por Karl Kraus.

Más tarde se les unieron los escritores Max Brod, Anton Kuh, Else Lasker-Schüler, Kurt Tucholsky y Ernst Weiß.

Milena describió la atmósfera del lugar de la forma siguiente: “En la cafetería, la gente escribe, corrige, habla.

En ese momento, el matrimonio de Milena estaba en una etapa crítica: Polak mantenía -entre otras- una relación con Mia Weiss, casada con un banquero; pasaba el tiempo en diversos cafés discutiendo sobre literatura y no se ocupaba de su situación económica.

[7]​ Kafka ya había mantenido una intensa correspondencia durante cinco años con su primera prometida, Felice Bauer.

[10]​ La colección fue publicada por primera vez en inglés por Schocken Books en 1953, traducida por Tania y James Stern.

No hay necesidad de que me disculpe por mi silencio, usted sabe cómo odio las cartas.

En mi caso es una desgracia muy particular de la cual prefiero no seguir hablando; pero, al mismo tiempo, es una desdicha general.

Porque es una relación con fantasmas —y no sólo con el fantasma del destinatario, sino también con el propio— la que se va gestando bajo la mano que escribe, en esa carta y, más aún, en una serie de cartas de las cuales una corrobora a la otra y puede apelar a ella como testigo.

Los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas en el camino" [13]​ En otra carta remarca con gran lucidez la problemática intrínseca de su correspondencia: "Me limité a leer la carta, los artículos, muchas veces, en la creencia de que esa prosa no existe, naturalmente, por sí misma, sino como una especie de señal en el camino hacia un ser humano, un camino por el cual uno avanza cada vez más dichoso, hasta que en un momento de lucidez comprende que, en lugar de avanzar, está dando vueltas en su propio laberinto, sólo que más excitado y más desorientado que antes."

Se trataba de mantener la relación y Milena solía presionar a Kafka para que la visitara.

[17]​ Sus dudas transmiten también una angustia visceral: "Busco un mueble bajo el cual esconderme, tembloroso y casi inconsciente, rezo en un rincón para que tú, que entraste como una tromba en esa carta, salgas otra vez por la ventana, porque no puedo albergar una tempestad en mi habitación.

En esas cartas debes de tener la grandiosa cabeza de Medusa, pues las serpientes del terror se agitan en torno a ella, si bien es cierto que las del miedo se agitan más aún en torno a la mía."

[18]​ En el transcurso de su correspondencia, Kafka y Milena se encontraron solo dos veces.

Se volvieron a encontrar el 14 y 15 de agosto del mismo año en Gmünd (hoy: České Velenice).

Vio el mundo lleno de demonios invisibles luchando y destruyendo a las personas indefensas.

Era demasiado clarividente, demasiado sabio para vivir y demasiado débil para luchar: pero esa era la debilidad de las personas nobles y bellas que no saben luchar contra el miedo, contra los malentendidos, contra el desamor y las falsedades espirituales, que saben desde el principio que son impotentes, se someten y así avergüenzan al vencedor [,,,] Era un hombre y un artista con una conciencia tan escrupulosa que se mantenía alerta aún donde los demás, los sordos, ya se sentían seguros.” [22]​ Kafka escribió en su carta del 31 de julio de 1920: „No, no soy fuerte ni sé escribir...

Cerrar esta brecha pondría fin a la escritura, como lo experimentó Kafka en su correspondencia con Felice Bauer.

El Kavárna Arco hoy
Merano: Thermenbrücke con escultura de acero en memoria de Franz Kafka, al fondo Kurhaus y torre de San Nicolás (1994)