Fue el primer convento fundado en Madrid, en 1126, y le fue otorgada una carta puebla para que pudiese poblar el terreno circundante.
A principios del siglo XIX, el rey José Bonaparte hizo derribar la iglesia del conjunto, situado en su parte norte, con lo que se consiguió ampliar la plaza de San Martín.
Su deseo era constituir un establecimiento benéfico que tuviera como objetivo conceder préstamos a bajo interés sobre alhajas, ropas y otros efectos a las clases más necesitadas, además de prestar servicio religioso para la salvación de las almas del purgatorio.
[1] Fueron nueve los diseños presentados, venciendo finalmente el titulado "Miscuit utile dulci", de los arquitectos Fernando Arbós y Tremanti y José María Aguilar, proyecto en el que entrelazaban utilidad, diseño e innovación técnica.
Estuvo muy influido por los postulados de Viollet le Duc e incorporó a sus obras los avances tecnológicos que conoció en París, tales como la introducción del hierro y el cristal.
El proyecto original de Arbós y Aguilar concebía un edificio supeditado a su programa funcional, con una meditada circulación y organizado en torno a un patio interior que generaba cuatro crujías tangenciales.
Esta actuación, a pesar de enriquecer la percepción espacial del patio, hizo desaparecer su decoración mural.
En la parte alta de los muros se aprecian geniecillos entre roleos y motivos vegetales, con elementos arquitectónicos fingidos en el techo; en la escena central aparece una composición alegórica relacionada con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, en la que se representa a una mujer sobre pedestal, a modo de matrona, que apoya su brazo izquierdo sobre una hucha, en la que un joven deposita unas monedas y sostiene con la misma mano una balanza, mientras que con la mano derecha entrega unas monedas a otra joven.
La crujía sur está dividida en dos secciones por un cuerpo central que alberga una caja de escaleras.
Exteriormente el inmueble está ejecutado en ladrillo fino visto dispuesto a tizón y piedra caliza, materiales que realizan un interesante juego estético.
La fachada principal a la plaza de San Martín presenta tres cuerpos diferenciados por pilastras pétreas, entre los que destaca el central por estar ligeramente adelantado a la línea de fachada y por el ático que lo corona.
El "2" y la "R" hacen alusión a los primeros dos reales que aportó el fundador, todo ello rematado por la corona mural.
Acogen ornamentación de rosetones, palmas y palmetas estilizadas, motivos reiterados en todo el programa decorativo del inmueble.
La planta baja está enrejada y la principal posee balconcillos antepechados con balaustrada ejecutada en hierro.
Por último, un pretil remata el edificio, al que machones pareados de piedra caliza le confieren cierto ritmo, elemento no contemplado en el proyecto original.
El remate exterior de las crujías este y oeste posee un esquema compositivo similar al descrito.
La Casa de las Alhajas conserva un bien mueble vinculado a la historia del edificio; se trata de una lápida sepulcral del padre Piquer, situada originalmente en la capilla que fue desmantelada.