Las viviendas se fueron convirtiendo en casas vecinales, en dónde sus inquilinos fueron instalando negocios particulares y pequeñas industrias, contribuyendo así al deterioro de los edificios, que a principios del siglo XX estaban en un estado de auténtica ruina.
En 1919 se consiguió que el edificio fuera declarado monumento arquitectónico, y en 1929, la propiedad pasó a manos del Estado.
[3] La casa principal se organiza en torno a un gran patio rectangular, cuyo lado mayor coincide con la dirección norte-sur.
Los otros elementos nazaríes reutilizados son las columnas de mármol blanco que sostienen los arcos del pórtico norte.
Lorenzo el Chapiz decidió adaptar la casa al gusto y necesidades de su época, construyó la planta alta.
Las galerías están construidas en madera, con baranda de balaustres torneados que denota influencias del gusto renacentista.
Su zaguán tiene los vanos descentrados para dificultar la visión directa hacia su patio rectangular con pequeña alberca en el centro.