Apenas 6 familias la habitan de manera regular y una treintena más lo ocupa en fines de semana y días esporádicos.
La peculiaridad de esta aldea reside en haber estado abandonada durante décadas.
Aunque sus viejas casas están siendo compradas y reconstruidas por particulares, presenta un aspecto de pueblo antiguo.
Estos nuevos vecinos, algunos de ellos extranjeros, están reconstruyendo las casas, reparando los accesos y dotando a la aldea de suministro eléctrico y agua.
Después, este territorio fue dividido y repartido entre los términos municipales de Cártama y Pizarra quedando ahora la aldea dividida.