Su padre fue trabajador resinero y desde pequeños, los hermanos mayores tuvieron que ayudar en las tareas del campo, siendo Casimiro, el mayor de los hermanos , el único que tuvo acceso a estudios fuera de la escuela local.
Un pueblo “Condenado a no recibir un rayo de sol en todo el santo invierno” pero del que guardó siempre un emocionado recuerdo, en particular por el comportamiento de sus vecinos, quienes, con motivo de su condena por un tribunal franquista, firmaron favorablemente un manifiesto sobre su buena conducta durante el curso en el que estuvo ejerciendo.
Su iniciada vocación literaria comenzó a dar fruto aquel curso en colaboraciones en la revista comarcal “La Voz del Sella”.
Al mismo tiempo había superado con éxito los “cursillos del 36” –entonces no se llamaban oposiciones-, lo que le permitía asegurar su futuro como maestro propietario.
En 1937 fue enrolado como miliciano de cultura en la 46 división, comandada por Valentín González “El Campesino”.
Mientras tanto, en su pueblo natal, su familia fue represaliada: Un hermano de su padre y su hijo fueron fusilados en el puerto del Pico.
Durante estos años su labor estuvo encaminada a potenciar la escuela pública y la obligatoriedad de la enseñanza.
Toda la labor realizada se plasma en su libro “Por los Pueblos de la Serena y la Siberia.
No olvidó Casimiro Barbado su condición de maestro represaliado por el franquismo, y siempre tuvo en la máxima consideración y protección a los maestros que, despojados de su docencia pública, sobrevivían a duras penas ofreciendo clases particulares.
Nada más asomar la democracia en España, Barbado refundó la agrupación socialista de Cabeza del Buey, una agrupación que fue la primera del PSOE que se creó en Extremadura, en 1887, por encargo directo de Pablo Iglesias al escritor Felipe Trigo, que a la sazón residía en Cabeza del Buey.